10 sept 2013

hola aqui os traido otras dos hojas espero que las disfruteis. comentad abajo.

Despues de comer subí a mi cuarto y observé a la gente pasar por la calle.
Vi varios coches cargados de maletas y si no eran coches eran personas asustadas. No sabía a dónde iban ni por qué huían. Cuándo me cansé, cerré la ventana y busqué en la mesilla de noche mi móvil.
Miré entre la lista de contactos hasta encontrar el de Jonathan, mi mejor amigo desde siempre. Pulsé la tacla de llamadas y me extendí sobre la cama. Apenas pasaron cinco segundos, una voz masculina se puso al habla.
Hablamos durante practicamente toda la tarde, reimos, hasta que el dijo algo que me dejo petrificada:
-tengo que mudarme- No me dijo la razón, ni él la sabía. Me derrumbé, mi mejor amigo se iba a otra ciudad y yo sabía de sobra que era por todo esto. Me despedí lo más alegre que pude para que no notara mi decepción. Apagué el móvil y lo lanzé con fuerza contra la pared. Aunque no se rompió, la pantalla no volvió a ser la misma.
Aún enfadada, saque el arma de mi cómoda y la empuñé. Describí con el dedo índice los detalles del cañon, la volví a guardar. Me dirigí hasta la ventana y me sente en la remisa. La gente continuaba psando con maletas. Todo era muy extraño, no había comida pero sin en bolsas escondidas, llevabamos ya tres días encerrados en casa y todo el mundo se marchaba de la ciudad.
Alguien llamó a la puerta de mi habitación, no me molesté en decir ''adelante'' ni tampoco en abrir.
Era mi madre, entró sigilosa y de igual manera cerró la puerta. Se acercó hasta a mi y me besó la cabeza. No mostré ninguna emoción, seguía mirándo la ventana. Ella susurró:
-ya pasara...-
me paré en seco y solté
-¿que pasara? ¿que esta pasando? ¿por que todo el mundo se va de aquí? ¿por que necesito saber usar un arma?- Sin darme cuenta me había puesto en pie y había subido mi tono de voz. Mi madre tartarmudeó y se tapó la cara con las manos.
-es horrible, es horrible- repetía.
Me compadecí de ella y pregunté por última vez que pasaba, que estaba pasando y que era eso tan malo que esperábamos que pasara. Me miró con sus azules ojos que yo no heredé y entre lágrimas susurró:
-Belén, esto es el fin-
Sus palabras no las entendí directamente pero me las estuve repitiendo toda la noche. Entonces me acordé de los titulares que leía mi padre en el periódico: el fin está cerca, huir no nos pondrá a salvo. Contestaba dudosamente a mis preguntas ¿de verdad era el fin? ¿por que? ¿cómo han mantenido en secreto esto el gobierno durante tanto tiempo?. Entre esas dudas me quedé profundamente dormida.


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21 de agosto

ya esta pasando, todavia no necesitamos huir cómo el resto de la gente, pero esta pasando. Pasa tan deprisa y agresivamente que mis padres ya no pueden disimular que no pasa nada.
Me desperté muy temprano, varios tiroteos intermitentes cesban en la calle.
Me levanté alterada y saque la pistola de la cómoda y me la enganché entre el pantalón del pijama.
Me asomé a la ventana, la luz del alba alumbraba las pocas casas habitadas que quedaban. Varios hombres corrían hacia todos lados con sus familias. Niños llorando, perros sin rumbo, mujeres desesperadas... parecía todo muy tranquilo si no fuera por los gritos.
Corrí hasta la habitación de mis hermnas, Irene estaba despierta y en cuanto entre por la puerta corrió a abrazarme y se enganchó con sus brazitos a mis piernas. Tomé a mi hermana Marta y agarré a Irene de la mano. Salí al pasillo y grité el nombre de mis padres, no me contestaron. Bajé corriendo al salón. Las persianas estaban echadas, mi madre estaba acurrucada en una esquina del cuarto y se tapaba los oídos con las manos. Corrimos hasta ella e Irene la abrazó, Marta empezó a llorar y yo la mecí para que se calmara.
-¡hazla callar!- Gritó mi padre que acababa de aparecer desde la cocina. En una mano empuñaba su pistola y en la otra mano la otra pistola que se la lanzó a mi madre, esta gateó hasta el arma y se la llevó al pecho.
-no quiero que griteis, ni que lloreis, ahora tenemos que ser fuertes. Si no es necesario hoy no nos iremos pero si alguien entra y no es conocido no dudeis en usar el fuego y la violencia- mi madre y yo asentimos.
Mi padre volvió a la cocina, oí cómo rebuscaba entre los cajones de los cubiertos, volvió a dónde nosotras y le entregó un cuchillo a Irene y le susurró que solo lo usara cuándo alguien la atacara.
No entiendo cómo le puedes decir a una niña de seis años que use una navaja cuándo alguien la ataque.
Nos quedamos toda la mañana acurrucados en esa esquina, escuchamos aviones pasar y mas tiroteos, gritos y llantos cerca de nuestra casa pero no podíamos ayudarlos.
Al mediodía mi padre dijo que hiciera una maleta para mis hermanas y para mi.
Subí con mi hermana Irene al segundo piso. Entramos primero a mi cuarto. Saque varias camisetas y pantalones, además de ropa interior limpia. Me quité el pijama y me puse una camiseta de manga larga y una sudadera. Le pedi a mi hermana que cerrara las ventanas de nuestros cuartos y bajara las persianas, mientras yo metí mis objetos personales en mi mochila del colegio: el móvil, mi cámara de fotos, unos auriculares, mi gorra de NY y una foto de mi familia en la que salían tambien mis primas. Metí todo, incluida la ropa, en la mochila y me desplazé hasta la habitación de mi hermana. Ella acababa de bajar las persianas y habia sacado su peluche del armario y lo había metido en su mochila. Saqué de su vestidor una chaqueta, dos camisetas y varios pantalones. Le pedí que se cambiara y se pusiera ropa más ''deportiva'' y eso hizo. En mi mochila tambén guarde las cosas de Irene y las de Marta que eran un biberón, dos pijamas y ropa de invierno y también una manta. Cuándo Irene se hubo cambiado se puso la mochila dónde solo estaba el peluche y yo la mía que a pesar de haber metido muchas cosas solo había llenado la mitad de la bolsa.
Bajamos al salón y me senté junto a mi madre, guardé la pistola en el bolsillo de la sudadera.
Mi padre trajo varias vendas y tiritas además de otros cosas medicinales y me pidió que me las guardara y eso hize. Hubo un momento al final de la tarde que mi padre se quedó dormido en el sofá y mi madre le cambiaba los pañales a Marta en el piso de arriba que aproveché para coger algo de comida del desván. Del florero saqué la llave y me dispuse a abrir la puerta cuándo Irene se acercó y con su vocecita infantil preguntó ¿que haces?, le hize un gesto de silencio con la mano y abrí la puerta. Habían más bolsas de comida que de costumbre, rebusqué entre ellas y con la ayuda de mi hermana metimos en mi mochila dos paquetes de galletas, una botella de agua, tres manzanas y pan. Si esta noche dormíamos en casa estaba más que dispuesta a ir a por más.
No me equivoqué, cayó la noche deprisa y mis padres, agotados, se quedaron fritos. No tuve que sacar la llave, me la había guardado en el bolsillo junto a la pistola. Esta vez metí los alimetos en la mochila de mi hermana que aceptó a regañadientes. En su mochila metí otras dos botellas de agua, queso, más pan y dos cartones de leche.
Esta es una noche fría, no muy propia del mes de agosto, por las rendijas de las persianas pude ver que hay luna llena. Mi hermana tiritaba dormida y me compadecí de ella. Subí hasta mi cuarto y deshize mi cama, dejando la colcha y las sábanas por los suelos. Intentando no hacer mucho ruido baje las escaleras con la colcha a la espalda. Me acurruqué junto a Irene y me cubrí hasta que mis sus pies quedaron bien tapados. La abrazé con cariño y apoyé su cabeza en mi pecho. Poco a poco me quede dormida.

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3 sept 2013

hola lectores, cómo me han pedido en un comentario, voy a subir dos días en vez de uno. cómo la semana pasada. los que me seguís, me gustaría que comentarais para saber si tengo visitas, ya que la mitad son mías xD. bueno para los que venis nuevos. la primera hoja esta al final del todo, las paginas están numeradas al final de cada. si teneis problemas mirad desde las pestañas que marcan los meses, aun así voy a intentar que todo quede mejor organizado... bueno sin mas dilación:


20 de agosto

Hola diario.
Hoy no tenía pensado escribirte pero han pasado cosas muy raras hoy. Empezando por cuándo me despierto. El ruido de un goteo continuo me ha desvelado. Provenía del cuarto de baño de mi madre. Esta llenaba garrafas de agua en grandes cantidades. No pregunté que hacía y baje abajo.
Un olor a tabaco me llegó cuándo bajé el último peldaño. Un grupo de hombres que desconocía fumaba en el salón, incluido mi padre que nunca había fumado. Uno de los hombres que charlaba con mi padre le avisó de mi presencia. Este se volvió hacia mi, se arrodilló y me soltó un breve discuso
-Belen, no debes asustarte. No me refiero a que este grupo haya entrado en casa sin que te hubieramos avisado antes, no. van a pasar cosas, cosas que nos van a cambiar y tienes que estar preparada. Escucha, si algo me pasara a mi o a tu madre, prometeme que cuidaras de tus hermanas, que pondras tu vida en riesgo solo para alimentaros y que pase lo que pase de ahora en adelante, no te vas a derrumbar ¿me has entendido?- asentí con la cabeza aunque intentaba asimilar sus palabaras.
Mi padre cerró los ojos cómo si se hubiera quitado un peso de encima y me dijo que lo acompañara hasta su despacho. Subimos los escalones en silencio y llegamos de igual manera al cuarto. De reojo pude visualizar que mi madre seguía llenando más botellas, ante la atenta mirada de mi hermana Irene.
El despacho era una habitación pequeña. Se constituía de un armario, dos estanterías, una de pared y otra de suelo; un escritorio con su respectivo ordenador y un sillón acompañado de un flexo. Me quedé esperándo en la puerta mientras mi padre se dirigía a la estantería de pared. Buscó con la mirada algo hasta que al final sostuvo entre sus manos una caja platedada, con asa, candado y demás, similar a una maleta pequeña. Se acercó a mi sin levantar la vista de esa misteriosa caja.
Me hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera hasta el escritorio. Él se sentó en la silla y apartó el teclado del ordenador para poder apoyar la caja. Entonces metió la contraseña en el candado y con un clic se abrió y pude visualizar el interior del objeto.
Abrí los ojos cómo platos y me tambalee hacia atrás, no podíaa ser, jamás había visto una de verdad y esperaba no tener que hacerlo nunca... una pistola, más bien tres pistolas. Mi padre agarró una de ellas, una negra y la más pequeña. Se volvió hacia mi y me penetró con sus ojos marrones y pude sentir que leía mi mente por que dijo -prefiero que te puedas defender- Diciendo esto me entregó el arma.
Pesaba bastante, cómo una hucha a medio llenar. Sabía que no estaba cargada pero aún así no pude evitar que se me acelerara el corazón ¿que era eso tan malo que iba a pasar que necesitaba una pistola? Miestras visualizaba el arma, mi padre cogió otra similar a la mía pero plateada. Salió del despacho y mi intuición me dijo que lo siguiera.

Llegamos al patio trasero. Me dijo que esparara alli y él fue al cobertizo. Mire al cielo, parecía un día normal cómo otros muchos, otro día más que me hubiera aburrido en casa.

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aqui teneis la otra que os prometí:

Mi padre volvió con tres latas viejas en un brazo y con el otro arrastraba una mesa.
Con la pistola en la mano, se dirigió hacia mi hasta ponerse a la misma altura que yo. Sujeto el arma
y extendió los brazos, apuntó y... el disparo derribó la primera lata. Él corrió hasta ella y la puso de nuevos en su sitio.
Me entregó un paquete con cinco balas y me enseñó a recargar la pistola. Cuándo ya supe, me enseñó a disparar. No quería aprender, quería volver a casa, meterme entre las sábanas y fingir que nada había pasado perono pude. Disparé y acerté, en el rostro de mi padre se dibujó una amarga sonrisa y antes de volver al salón me dijo:
-bien, sigue practicando-
Estuve un par de horas en el jardín, jugando a una especie de juego de sincronización. Disparar y poner las latas, disparar y poner las latas. No pensé en nada practicamente pero... hubo un momento
en que me paré a pensar. ¿que estaba pasando? Era una pregunta tan facil de contestar que hasta me daba pena. Algo estaba pasando, algo tan fuerte que mi padre ha tendi que entregar una pistola a una niña de catorze años, algo tan fuerte que no puedo salir de casa, algo tan fuerte que voy a tener que arriesgar mi vida por mis hermanas. Miré el arma mientras la sujetaba con las dos manos, un arma mortífera, capaz de matar a una persona con una de esas balas. La cargué y me la guardé en el cinturón y volví a la casa. No me apetecía volver por el salón asi que fui por la cocina. Mi madre estaba allí. Me observó de arriba a abajo con aire cansado y puso ver la pistola. En su rostro pude ver una mueca de fastidio, mi madre siempre ha estado en contra de la violencia por armas pero creo que en esta ocasión se dejó llevar. Cambió la mueca por una sonrisa que demostraba dos cosas:
satisfacción y miedo.
Subí a mi cuarto y cerré la puerta detrás de mi. Mi hermana ya despierta fue a ver que me pasaba y me pillo dejándo la pistola sobre la cama. Se quedó mirándola y yo a ella. Pero en seguida se le pasó y se fue a su cuarto. Me tumbe sobre la cama y sujete la pistola por encima de mi para poder verla mejor ¿que estaba pasando? Eso era lo único que pasaba por mi cabeza.
Mis pensamientos estupidos fueron interrumpidos por una voz chillona de flequillo rubio. Irene entre abrió la puerta de modo que pude ver la mitad de su cara, dejó un papel en el suelo y susurró:
-yo tambien quiero jugar-
Me acerqué hasta la puerta y cogí a mi hermana en brazos. Seguidamente sujete el dibujo entre los dedos. Era un dibujo hecho por ella, por una niña de seis añitos. El dibujo se podia idenificar dos personas, una más pequeña y con el pelo amarillo y la otra con el pelo negro hasta los pies. La persona rubia llevaba una L del reves, parecia una pistola.
Lo entendí enseguida, yo era la chica alta del pelo negro hasta los pies y mi hermana la baja de pelo rubio que tenia una... pistola.
Mire atenta el dibujo hasta que mi hermana me preguntó si me gustaba. Asentí con la cabeza lentamente y baje a mi hermana hasta dejarla en el suelo. Me volvi hasta encontrar mi tablón de corcho colgado en la pared, quité una chincheta que anteriormente le habia dibujado una carita sonriente y la clavé encima del dibujo. Di unos pasos atrás para poder ver cómo había quedado.
Me di cuenta de que mi hermana estaba muy silenciosa. Para mi sorpresa ella estaba sentada encima de mi cama mirándo fijamente el arma. Suspiré y guardé el arma en mi cómoda, lo último que me faltaba es que se traumatizara o algo por el estilo.
Comimos sopa fria, aunque yo por mi cuenta ya había cogido un par de chocolatinas de las bolsas, veras querido diario, ya se dónde esconden la comida. Lo descubrí ayer por la noche, estaba durmiendo cuándo oí un estruendo proveniente del salón. Bajé medio sonámbula y pillé a mi madre recogiendo unos paquetes de galletas que se le habían caído de una bolsa de basura que cargaba a la espalda. Por suerte ella no me vió y pude seguirla hasta detrás de la escalera, dónde está el desván. Abrió la puertecita con una llave que sujetaba con la boca y metió la bolsa ahi. Cerró la puerta de nuevo y escondió la llave en el florero del pasillo. Todas las noches alrededor de las tres de la madrugada bajó al desván y saco algo de comida que comparto con mis hermanas a escondidas.

si vale, he alargado un poco. si os gusta comentad y eso

2 sept 2013

hey lectores aqui os traigo dos hojas por la tardanza, por cierto voy a enumerar las hojas, para asi, si quereis releerlas no tengais problemas en encontrar las paginas antiguas.

Hoy me he despertado de mala gana, por la noche estuve hasta las tantas de la madrugada jugando a la play en mi cuarto.
Mis hermanas correteaban por ahi con una pelota y unos gorros de papel que les hice. Mi madre no estaba y mi padre estaba en el piso de arriba, seguramente trabajando. Fui a la cocina y me prepare mi resacyuno, un trozo de sandía y zumo. No me hize tostada ya que me pesaban tanto los párpados que habria sido capaz de meter la mano en la tostadora.
Me sente en el sofa (cosa que no hago cuándo esta mi madre) y disfruté de resacyuno mientras veía NEOX en la televisión. Mis hermanas como siempre, al ver que yo veia la tele, quisieron ellas tambien y sin pedirme permiso, Irene puso un CD de los canta juegos en el reproductor de mi padre.
Al final acabe desayunando fruta mientras mis hermanas bailaban las canciones de los canta juegos y yo veia NEOX insonorizada.
Mi madre apareció alrededor de una hora, parecía alterada pero no le pregunté nada. Mas que nada porque se encerro en la cocina ha hablar con mi padre.
Despues de comer vi una pelicula de antena tres con mis hermanas, mis padres seguían hablando en la cocina mientras fregaban los platos, decidí ver que pasaba.
En la cocina, mi padre hablaba a grito pelao' por su móvil mientras mi madre estaba sentada en la mesa de la cocina con la cabeza apoyada entre las manos. Pase junto a mi padre pero este ni se inmutó y me senté en frente de mi madre. Le pregunte si sucedía algo, ella esbozó una sonrisa lo más serena posible y me contestó que no pasaba nada que mi padre estaba teniendo una mala racha en el trabajo. No me importó mucho y me fui a mi cuarto nunca he tenido una relación muy estrecha con mi madre pero si la necesito siempre esta ahi, fregando o limpiando mi cuarto. Me tumbé en mi cama con sabanas azules y me puse mis cascos, odio estos cascos son negros y grandes con un cable más largo que la manguera de la piscina del colegio, cuándo me los llevo por la calle tengo que ponerme una mochila solo para guardar el cable de los cascos. Hace unos meses tuve la fantastica idea de pintarlos con spray blanco del chino, pero mi madre no me dejó pero ese mismo día me prometio comprarme unos cascos nuevos que todavía no han llegado.
Estuve escuchando música hasta la noche, entonces me contecte al facebook. Mi madre no me llamo para cenar y a las diez o asi bajé a ver la causa. Mi padre seguía hablando por telefono aunque un poco más calmado. Mi madre jugaba con mi hermana Irene a las adivinanzas a la vez que le daba el biberón a Marta. Pregunté por que no habíamos cenado, mi madre frunció el ceño y me miró con cara extrañada. De repente se le iluminó la cara cómo si se le hubiera encendido una bombillita encima de la cabeza. Corrió hasta la cocina, dejándome a Marta en los brazos. Yo la seguí mas lentamente y mecía a Marta que con la brusquedad del movimientos se había puesto a llorar. Mi madre sacó del frigo una lasaña de cinco minutos en el microondas, entonces me di cuenta de cuanta comida teníamos en el frigo.
Cene en unos veinte minutos, yo ya había terminado a los quince pero Irene se entretenía imaginando que ella era un mostruo gigante comiendose trozitos de un barco.
Despues de hartame de ver peliculas infantiles con mis hermanas me fui a mi cuarto. Como siempre, Irene se pasó a mi cama a las tres de la mañana. Mientras mi hermana se acurrucaba a mi espalda pensé en lo simple que era mi vida, simple y triste. Cómo todas las demás.

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 aqui la segunda hoja

19 de agosto

me he despertado a las diez y media. Mi madre solo daba vueltas por el pasillo y aunque me tapaba la cabeza con la almohada, la luz de la mañana me desveló.
Mis hermanas seguían durmiendo e intenté no hacer mucho ruido al bajar al piso de abajo. Por el contrario mi madre seguía llendo de aquí para allá.
La planta baja estaba desierta, llegué a la cocina y abrí la nevera. No había nada, ni un trozo de pan. Recordaba que ayer, la comida hasta se caía de los estantes.
Rebusqué entre los armarios pero apenas encontré un par de rosquillas de jenjibre. Me comí las rosquillas de golpe y sin apenas masticar, seguidamente me apoyé en el fregadero y abrí el grifo para beber de boca agua congelada. Me sequé los labios con la manga del pijama.
Los pasos lentos de mi padre me avisarón de que entraba en la cocina. Sujetaba con una mano una libreta y con la otra uno de sus bolígrafos de marca blanca. Aunque vestía formal, estaba bien despeinado, cómo si se acabara de levantar vestido. Levantó la vista hacia mi y sujetó el boligrafo sobre una de sus orejas.
-¿pasa algo?- me preguntó.
Me senté sobre la encimera y le señalé la nevera con la cabeza.
Mi padre no se hizo el sorprendido y siguió apuntando cosas en la libreta. Chasqueé la lengua y puse los ojos en blanco
-No hay nada de comer y ayer la nevera estaba a rebosar- repuse con tono insultante. Mi padre no contestó y salió de la cocina con el bolígrafo en la boca.
Agaché la cabeza y un mechón de mi oscuro pelo me tapó los ojos, lo puse de nuevo en su sitio y salté hacia el suelo.
Hacia las doce, quise salir a la calle. Mi vecina Maria, aunque es un año menor que yo; es mi mejor amiga. Me puse mi chaqueta de Stradivarius y mis mustangs rojas y me dispuse a salir. Pero mi padre me lo impidió.
Pasé por el salón, mi padre estaba sentado en nuestro sillón negro de cuero, con un periódico en la mano en el que pude leer los titulares de <<el final se acerca>> y <<huir no nos pondrá a salvo>>. Mi padre me observó de arriba a abajo con mirada seria y me preguntó a dónde iba. Le contesté que a casa de Maria, la vecina. Pero el volvió a su lectura con un rotundo No. Me quede petrificada con su respuesta ¿por que no podía?, eso mismo le pregunté pero no obtuve respuesta firme solamente unos simples bufidos.
Me quité la chaqueta y volví a mi cuarto. Deje la chaqueta sobre mi cama y me senté encima de esta. Me quede ahi parada unos minutos, concentrada en mi respiración y en no hacer nada de nada, pero algo me distrajo. Me volví hasta la ventana que da a la calle y aparté las suaves cortinas de algodón que me daban en la cara.
Fuera no había mucha gente, un par de vecinos del barrio hablando. Reconocí en seguida a uno de los interlocutores. El padre de María, llevaba ropa bastante inusual, verás, María y su familia son bastante ricos y suelen vestir con ropa de marca y esas cosas. Pero aquel hombre que vi hablando con otros vecinos no vestía con ropas elegantes y trajes de terciopelo. Vestía con una simple camiseta de segunda mano, una que incluso yo había visto en grandes almacenes; una camiseta roja con el cuello de cisne y negro con las mangas tambien oscuras y en el centro de la prenda el dibujito de un conejo comiendose a otro conejo. Sus zapatos fueron los que mas me llamaron la atencion, con los cordones desatados y sucios cómo si se hubieran caído a la alcantarilla, ese hombre vestía unas deportivas informales, tambien de segunda mano. Me preguntaba si María tambien vestía asi y porqué.

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17 ago 2013

hola lectores, aqui os dejo la primera página de mi libro. espero que os guste ;)

18 de agosto

deberia empezar por el principio, mi vida no es la tipica historia de la chica super popular con su super novio y sus super amigas con una super vida. No, soy una chica normal como todas las demas, ni muy alta ni muy baja, ni muy inteligente ni estupida, ni simple ni complicada... soy una existencia igual entre otras muchas.
Ayer fue mi cumpleaños por eso te escribo, tu eres el regalo de mi madre por mi catorceavo cumpleaños. Vinieron de visita mis primas, son dos, Elena la mayor y Sara la menor. Sara es de mi edad y es como mi una hermana para mi, tenemos los mismos gustos, cuándo salimos por la ciudad nos gusta fingir que somos hermanas por nuestro gran parecido, ojos marrones, piel clara y pecas alrededor de la nariz. Nuestra única diferencia es el tono del pelo, ella es rubia con bonitas mechas marrones, en cambio mi pelo es negro azabache, vamos que parezco una mofeta.
Mi prima Elena tiene dieciseis años, con ella tambien me llevo bien, pero esta viciadisima al tuenti y al facebook. Para mi gusto veo las redes sociales una gran estupidez, si, yo tambien las tengo pero no puedo ser la única chica de mi clase sin alguna manera de estar conectada. Elena es totalmente diferente a Sara, aparte de que se llevan dos años; ella tiene el pelo marron castaño y recientemente se ha puesto las mechas californianas, ademas tiene los ojos verdes como su madre y la cara limpia de pecas como su padre.
Elena me regaló una camiseta que compro cuándo fue al concierto de Justin Bieber, no soy aficionada a este cantante pero acepte el regalo, total, va a acabar igualmente en el cubo de ropa para necesitados. El regalo de sara me ilusionó mas, como ya te he dicho antes, tenemos los mismos gustos y supo exactamente que queria: Una gorra con el simbolo de NY en la parte delantera.
Sara y yo estuvimos toda la mañana juntas hablando sobre nuestro canal en you tube y aportando ideas para el mismo.
Al mediodia se marcharon y poco tardé en estrenar mis nuevos regalos, una corta sesion de fotos con la ayuda imprenscindible de mi hermana Irene. Bueno, me he saltado esa parte. Tengo dos hermanas, Irene de seis años y Marta de uno.
Mi tía y mi madre son hermanas, las dos rubias. En cambio mi padre tiene el pelo incluso mas negro que el mio. Irene es el vivo retrato de mi madre, sus pecas y su pelo rubio. Marta tambien rubia. Yo he salido a mi padre, pelo negro, pero con las pecas de mi madre.
Despues de que mi hermana Irene se cansara de hacer fotos y casi tirara la cámara al báter, comimos. Mi madre preparó mi plato favorito, macarrones con atún, tomate y queso rayado.
Por la tarde mi madre me entregó su regalo, tenía la forma de el juego de Call of duty y mas o menos pesaba lo mismo, pero resultó ser una libreta en blanco dónde debía escribir mis sentimientos para que en algún futuro los leyera y me acoradara de los catorce años y bla bla bla.
Yo entendí algo asi: si hija mia, escribe aquí tus pensamientos mas olcultos que para cuando te llevemos al centro de menores tengamos pruebas.
Si te digo la verdad, ya te podria a ver tirado al contenedor junto a la camiseta de Justin Bieber, si no fuera por que mi madre me esta vigilando desde la cocina para que escribiera.

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espero que os haya gustado, la proxima semana no la siguiente os dejare la segunda pag. opinar en los comentarios grax